El peneca Zig Zag nº 1861


El Peneca Zig Zag nº 1861
Santiago de Chile , 12 de Agosto de 1944
Cortesía del señor Elías Luna.




El peneca y el poder órfico. Acercar lo lejano y alejar lo cercano es el hecho íntimo que se produce al zambullirse en la lectura . El poder órfico nos acerca los personajes ficticios, gentes de alma perdida como elfos, duendes, hadas y nos aleja lo seres o cosas ingratas de nuestra vida rutinaria.
Los cuentos hablan de un tiempo en que el mundo, cada árbol, cada piedra, tenía una presencia tan singular como indescifrable. De un mundo habitado, sí, pero también abierto y ajeno. Toda la naturaleza está llena de gente invisible. Algunos de ellos son feos y grotescos; otros, traviesos o malintencionados , muchos tan hermosos como nadie haya jamás soñado, y los hermosos no andan lejos de nosotros cuando caminamos por lugares espléndidos y en calma. Como nadie haya jamás soñado. Pero ¿cómo podemos imaginar lo que nunca se vio ni pudo, por tanto, soñarse? Tenemos que instalarnos en el corazón de las cosas. Pero, ¡ojo!, "esconderse allí es temblar, / los cuernos de los cazadores resuenan / en el bosque congelado. / Pero el vacío es calmoso, / lo podemos atraer con un hilo / e inaugurarlo en la insignificancia". Las palabras y las criaturas de los cuentos son ese hilo. Nos prometen la compañía insuperable, la conversación en una gruta del bosque, el juego en el río con los seres de las corrientes, el encuentro con los elfos de la luz, que son las criaturas más delicadas que existen. . Son los descendientes de aquellos niños que Eva escondió de la mirada de Dios: un pueblo perdido que siguiera buscando en el mundo un lugar donde quedarse. Les gusta estar a nuestro lado y asistir a nuestras locuras, como si guardáramos algo precioso que somos los primeros en desconocer. De ese pueblo de almas perdidas hablan todos los cuentos que existen. Pobre del que no se detenga a escucharlos: nunca tendrá nada interesante que contar a los demás.

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