El peneca Zig Zag nº 1859


El Peneca Zig Zag nº 1859
Cortesía de Elías Luna.
Santiago de Chile, 29 de Julio de 1,944


El peneca y el límite de la palabra .
Un sentimiento de alivio, de desahogo y libertad absoluta se experimenta al abrir las páginas de El peneca ; atrás queda la vasta soledad anterior del lector donde el hombre vive , con los granos de arena que golpean el rostro en el silencio del desierto. Allí donde el lenguaje es potente, capaz de acceder a una realidad más plena, aparece el narrador como lugar inteligente , trono de la conciencia y del pensamiento. Y aunque se trata de una sencilla revista literaria, el lector de El Peneca en contacto con su literatura se funde con su verbo , con el magnetismo que éste libera. La catarsis de un lector sentado plácidamente en su butaca, ser catasténico , sedentario, motor inmóvil que se deja llevar , fusionar con la seducción, el hipnotismo de la palabra escrita. Sobrecoge la sencillez , la honestidad de los textos escritos ya hace tantos años ,autodescubrimiento que el lector experimenta en la fusión con las sencillas narraciones y que suponen respuestas de una mente acogotada por este mundo tecnológico. El Peneca expresa su magia no ya a través de conceptos y abstracciones, sino por medio de sensaciones. La comunión del lector con la palabra escrita se asemeja al pasaje de Saint Exupéry en el que el piloto y la tormenta se vuelven uno . Esa experiencia , esa invitación donde la palabra escrita ya no sirve, es algo muy personal , trasciende al texto, ese campo imaginativo que el texto no contiene : el piloto se ha fundido con la potencia vital de la tormenta; vitalidad que no podrá ser plasmada en ninguna frase o relato, porque las palabras suponen una petrificación de la experiencia; no son ya la fuerza en acto de lo vivido, las palabras son el recuerdo ordenado de la permanente metamorfosis del espíritu.

El peneca Zig Zag nº 1861


El Peneca Zig Zag nº 1861
Santiago de Chile , 12 de Agosto de 1944
Cortesía del señor Elías Luna.




El peneca y el poder órfico. Acercar lo lejano y alejar lo cercano es el hecho íntimo que se produce al zambullirse en la lectura . El poder órfico nos acerca los personajes ficticios, gentes de alma perdida como elfos, duendes, hadas y nos aleja lo seres o cosas ingratas de nuestra vida rutinaria.
Los cuentos hablan de un tiempo en que el mundo, cada árbol, cada piedra, tenía una presencia tan singular como indescifrable. De un mundo habitado, sí, pero también abierto y ajeno. Toda la naturaleza está llena de gente invisible. Algunos de ellos son feos y grotescos; otros, traviesos o malintencionados , muchos tan hermosos como nadie haya jamás soñado, y los hermosos no andan lejos de nosotros cuando caminamos por lugares espléndidos y en calma. Como nadie haya jamás soñado. Pero ¿cómo podemos imaginar lo que nunca se vio ni pudo, por tanto, soñarse? Tenemos que instalarnos en el corazón de las cosas. Pero, ¡ojo!, "esconderse allí es temblar, / los cuernos de los cazadores resuenan / en el bosque congelado. / Pero el vacío es calmoso, / lo podemos atraer con un hilo / e inaugurarlo en la insignificancia". Las palabras y las criaturas de los cuentos son ese hilo. Nos prometen la compañía insuperable, la conversación en una gruta del bosque, el juego en el río con los seres de las corrientes, el encuentro con los elfos de la luz, que son las criaturas más delicadas que existen. . Son los descendientes de aquellos niños que Eva escondió de la mirada de Dios: un pueblo perdido que siguiera buscando en el mundo un lugar donde quedarse. Les gusta estar a nuestro lado y asistir a nuestras locuras, como si guardáramos algo precioso que somos los primeros en desconocer. De ese pueblo de almas perdidas hablan todos los cuentos que existen. Pobre del que no se detenga a escucharlos: nunca tendrá nada interesante que contar a los demás.

El peneca Zig Zag nº 1863


El peneca Zig Zag nº 1863
Santiago de Chile , 26 de Agosto de 1944. Cortesía de Elías Luna.
Muchas gracias.


El peneca y la simplicidad de las cosas .

El cambio es siempre cambio. Ninguna vida nueva ocupa viejos cuerpos. Los cuerpos viejos se pudren. La vida es lo que nace, crece y florece. Los hombres intentan reanimar patéticamente lo antiguo, y por eso lo toleran y soportan. ¿Por qué limitarnos a embalsamar? ¡Abandonemos ya los ungüentos y los sudarios, y vayamos en busca de un cuerpo naciente! En las antiguas catacumbas de Egipto podemos comprobar el resultado de tal experiencia. No ignoramos su fin. Creo en la simplicidad. Es asombroso y triste ver cómo hasta el hombre más sabio ocupa sus días en asuntos triviales, creyéndose obligado a relegar a último término cuestiones más importantes. Si un matemático desea resolver un problema difícil, comienza por despojar a la ecuación de toda dificultad, reduciéndola a su más simple expresión. Simplifiquemos el problema de la existencia, y distingamos lo necesario de lo real. Sondeemos la tierra para ver dónde corren nuestras raíces-madres. Yo quisiera basarme siempre en los hechos. ¿Por qué no ver, por qué no servirnos siempre de nuestros propios ojos? ¿O es que los hombres no saben ni conocen nada? Sé de muchas personas, difíciles de ser engalladas en asuntos comunes, muy recelosas de una mala jugada, que disponen mesuradamente de su dinero y saben como gastarlo, que gozan fama de cautos y listos, y que sin embargo consienten en pasarse gran parte de su existencia como cajeros entre las cuatro paredes de un banco, hombres que hoy brillan un poco, para enmohecerse mañana y finalmente desaparecer. Si son realmente capaces, ¿por qué hacen lo que están haciendo? ¿Saben bien lo que es el pan, y para qué sirve? ¿Tienen noción del valor y significado de la vida? Porque si supieran algo, ¡qué pronto olvidarían lo que ahora les interesa!

(THOREAU)

El peneca Zig Zag nº 1865


El Peneca Zig Zag nº 1865
Santiago de Chile , 9-IX-1944
Cortesía del Señor Elías Luna.




El peneca como reencuentro con el pasado .
¡Adiós mis amigos! Mi camino desciende por aquí en la montaña, por otro lado el de ustedes. Desde hace tiempo los veo cada vez más lejos de mí. Un día desaparecerán del todo. De aquí a poco tiempo mi senda me parecerá solitaria sin su compañía. Las praderas serán landas estériles. No cesa de palidecer mi recuerdo. El camino que recorro se estrecha y endurece, la noche está cada vez más próxima. Pero en el porvenir, nuevos soles se alzarán, llanuras inesperadas se extenderán ante mí, y hallaré nuevos peregrinos que tendrán en sí la virtud que descubrí en ustedes, que serán ellos mismos la virtud que eran ustedes. Me someto a esta saludable y eterna ley, que reinaba en aquella primavera en que los conocí, que reina en esta primavera en que me parece que los pierdo. Amigos de antaño, vuelvo a visitarlos como quien marcha entre las columnas de un templo en ruinas. Ustedes pertenecen a una época, a una civilización, a una gloria, hace tiempo extintas. Sus armoniosas líneas aún se distinguen, a pesar de las convulsiones sufridas y de los chacales que rondan las ruinas.
Vengo a reencontrar el pasado, a descifrar sus inscripciones, los jeroglíficos, los manuscritos sagrados. Ya no encarnamos mucho nuestro yo antiguo. El amor es una sed que nada sacia. Bajo la corteza más grosera se oculta la carne más delicada. Si deseas comprender a un amigo, aprende a leer a través de una materia más opaca y espesa que el cuerno. Si deseas comprender a un amigo, todos los idiomas te resultarán fáciles. El enemigo se descubre. Hay en él una amenaza de guerra. En cambio el amigo no descubre jamás su afecto. Advierto una vez más la ventaja que tiene para el poeta, para el filósofo, para el naturalista y para todos nosotros, entregarnos de tiempo en tiempo a una ocupación diferente de nuestra ocupación habitual, y mirar, por así decir, de soslayo a las cosas. El poeta tendrá así visiones que ninguna inspiración voluntaria haría nacer. El filósofo deberá admitir principios que no le habrían revelado largos estudios y el mismo naturalista posaría su vista sobre una flor desconocida o sobre un animal imprevisto y nuevo.

El peneca Zig Zag nº 1868


El peneca Zig Zag nº 1868
Santiago de Chile, 30-IX-1944
Cortesía del señor Elías Luna.
Muchas gracias.
El peneca y lo imprescindible .
A Jean Cocteau le preguntaron en una entrevista : " ¿ Qué es lo que usted salvaría del Louvre en el caso de que se declarase un incendio y sólo pudiera salvar una única cosa ? " . El escritor francés respondió sin vacilar : " El fuego " .">Exactamente la misma respuesta daría yo si se me preguntara que salvaría de las revistas culturales de Chile : " El peneca " . Y es que El peneca tiene los atributos del fuego . Sabemos que ha sido un objeto de consumo , de combustión, pero comparten algo que desborda cualquier definición personal : hay en ellos un fondo insondable , una constante referencia a lo misterioso y trascendente , un simbolismo secular , razón por la que ambos siguen manteniendo intacto su hechizo a lo largo de los años . La lectura actúa como el fuego ancestral de las guaridas y cuevas de nuestros antepasados : nos defiende del frío, y también de las " fieras " humanas ", de los monstruos y fantasmas que engendra la oscuridad de la noche. Ambos aplacan el miedo humano a lo desconocido, a lo invisible, el temor a esas vagas amenazas que anidan en las tinieblas de nuestra mente . La luz que genera el fuego ahuyenta a las sombras, devuelve a las cosas, a nuestras inquietudes de cada día sus verdaderas dimensiones , su condición de objetos domésticos e inofensivos.
El peneca, llama vacilante, humilde, alimentada con sencillos relatos, ramas secas con aceite ,lumina la vida de su lector, lo libera de las inflexibles leyes de la luz solar ,permitiendo extender su dominio hacia lo desconocido.

El peneca Zig Zag nº 1873


El peneca Zig Zag nº 1873
Santiago de Chile, 4- XI-1944
Cortesía del señor Elías Luna.
Muchas gracias. Un abrazo.



El peneca y la memoria en la fantasía lectora .
«Las cosas no son como las vemos sino como las recordamos », escribió Valle Inclán. Se referia sin duda a cómo son las cosas en la literatura, irrealidad a la que el poder de persuasión del buen escritor y la credulidad del buen lector . Para casi todos los escritores, la memoria es el punto de partida de la fantasia, el trampolín que dispara la imaginación en su vuelo impredecible hacia la ficción. Recuerdos e invenciones se mezclan en la literatura de creación de manera a menudo nextricable para el propio autor, quien, aunque pretenda lo contrario, sabe que la recuperación del tiempo perdido que puede llevar a cabo la literatura es siempre un simulacro, una ficción en la que lo recordado se disuelve en lo sofiado y viceversa. Por eso la literatura es el reino por excelencia de la am bigüedad. Sus verdades son siempre subjetivas, verdades a medias, relativas, verdades literarias que con frecuencia constituyen inexactitudes flagrantes o mentiras históricas. Aunque la cinematográfica batalla de Water100 que aparece en Los miserables nos exalte, sabemos que ésa fue una contienda que libró y ganó Victor Hugo y no la que perdió Napoleón. O, para citar un clásico valenciano medieval, la conquista de Inglaterra por los árabes que describe el Tirant lo Blanc es totalmente convincente y nadie se atrevería a negarle verosimilitud con el mezquino argumento de que en la historia real jamás un ejército árabe atravesó el Canal de la Mancha.

La verdad de las mentiras por M. Vargas Llosa.

El peneca Zig Zag nº 1693




El peneca Zig Zag nº 1693
Santiago de Chile 24- V- 1941
Cortesía del señor Elías Luna.

EL PENECA . Entre la ficción y la realidad.
El peneca , como acto literario participa de ella en esa dicotomia o simbiosis- según como se vea - de ficción y relidad , de verdad y mentira .Este es un aspecto de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse disimulada y encubierta, disfrazada de lo que no es. Dicho así, esto tiene el semblante de un galimatías. Pero, en realidad, se trata de algo muy sencillo, Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos -ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros- quisieran una vida distinta de la que viven. Para aplacar -tramposamente- ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener. En el embrión de toda novela bulle una inconformidad, late un deseo.¿ Significa esto que la novela es sinónimo de irrealidad?¿Que los introspectivos bucaneros de Conrad, los morosos aristócratas proustianos, los anónimos hombrecillos castigados por la adversidad de Franz Kafka y los eruditos metafísicos de los cuentos de Borges nos exaltan o nos conmueven porque no tienen nada que hacer con nosotros, porque nos es imposible identificar sus experiencias con las nuestras? Nada de eso. Conviene pisar con cuidado, pues este camino -el de la verdad y la mentira en el mundo de la ficción- está sembrado de trampas y los invitadores oasis que aparecen en el horizonte suelen ser espejismos.
Mario Vargas LLosa.

El peneca Zig Zag nº 1893






Santiago de Chile, 24-III-1945

EL PENECA. Entre la realidad y la ficción.
De una manera menos cruda y explícita, y también menos consciente,toda obra literaria, aun en grado menor como El peneca , rehacen la realidad -embelleciéndola o empeorándola. En esos sutiles o groseros agregados a la vida -en los que el escritor materializa sus secretas obsesiones- reside la originalidad de una ficción.Ella es más profunda cuanto más ampliamente exprese una necesidad general y cuantos más sean, a lo largo del espacio y del tiempo, los lectores que identifiquen, en esos contrabandos filtrados a la vida, los oscuros demonios que los desasosiegan. " Esa aburrida proeza de sólo narrar hechos ciertos y describir personajes cuyas biografías se ajustaban como un guante a las de sus modelos, mis novelas no hubieran sido, por eso, menos mentirosas o más ciertas de lo que son. Porque no es la anécdota lo que en esencia decide la verdad o la mentira de una ficción. Sino que ella sea escrita,no vivida, que esté hecha de palabras y no de experiencias concretas. Al traducirse en palabras, los hechos sufren una profunda modificación. El hecho real -la sangrienta batalla en la que tomé parte, el perfil gótico de la muchacha que amé- es uno, en tanto que los signos que podrían describirlo son innumerables. Al elegir unos y descartar otros, el novelista privilegia una y asesina otras mil posibilidades o versiones de aquello que describe: esto, entonces, muda de naturaleza, lo que desde se convierte en lo desmyo. irreconocibles y notoriamente inexistentes, no se plantea siquiera el cotejo entre la realidad y la ficción. Enverdad, sí se plantea, aunque de otra manera. La ((irrealidad » de la literatura fantástica se vuelve, para el lector, símbolo o alegoría, es decir, representación de realidades, de experiencias que si puede identificar en la vida. Lo importante es esto: no es el carácter «realista» o «fantástico» de una anécdota lo que traza la línea fronteriza entre verdad y mentira en la ficción. "
Mario Vargas Llosa

La Chiva nº 05









Cortesía de Luis QT

Mi Musica