El Peneca Zig Zag 1852




El peneca Zig Zag nº 1852
Santiago de Chile, 10 de Junio de 1.944
Cortesía del señor Elías Luna.


El peneca y la palabra como doble realidad.

Decía Steiner que hay una realidad anterior a las palabras, realidad que se crea a sí misma y a infinitos mundos posibles y futuros. Esa realidad de la facultad humana de pensar y crear mundos en un papel con una pluma , la buscan como origen en Dios, otros como fruto de una evolución material sin soplo divino . En lo que no hay duda es que cualquier revista literaria, como lo es El peneca , muestra la existencia de dos dimensiones de la realidad: una realidad que habitamos por medio de las palabras, y una realidad silenciosa que es una presencia inefable. En principio, todo aquello que nos rodea puede ser trasladado a palabras o definiciones conceptuales. Sin embargo, existe otra realidad misteriosa, profundamente desconocida, la mano del escritor, del guionista , del dibujante que crea una obra literaria conformada por particularidades efímeras y constantemente cambiantes – producto de la interacción de las cosas que forman el mundo – que escapa a las palabras. Sobre esta segunda realidad, cuya naturaleza es refractaria, mejor es callar. Así, Saint Exupéry confiesa: "Todos hemos conocido esa impotencia de transmitir nuestras impresiones..." o, "No se comunica nada multiplicando los epítetos. No se comunica nada con esos balbuceos". Al escritor se le disuelve el mundo entre los dedos. Como un rayo, le llega la revelación de que la solidez del mundo está asentada al amparo de la palabra. El mundo aparece sólido porque la palabra lo mantiene unido. Pero cuando se pierde el interés por la lectura de revistas que son el alma de un pueblo, como es el chileno , nos acercamos al gran problema del hombre actual: su pérdida de relato, el hilo umbilical con esa segunda realidad vestida , según algunos, con la túnica divina , y se produce la soledad, la angustia existencialista , la desorientación del ser humano actual , obsesionado con su futuro , la búsqueda de un empleo estable, el logro de una vida digna y sin aprietos económicos. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, dice San Juan.

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